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Demonizar al centro: el ‘palo en la rueda’ de la izquierda en Colombia (I)

  • Foto del escritor: Rafael Pabón
    Rafael Pabón
  • 10 may 2021
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 12 may 2021


Durante las protestas se ha puesto de moda la palabra ‘tibio’ para nombrar a un grupo amplio de la población colombiana que se caracteriza por dos factores que, si bien pueden ir de la mano, no son mutuamente incluyentes:

  1. Ser apático o ‘neutral’ con respecto a la situación política del país. Es decir, no tener un interés significativo por este tipo de temas, o simplemente no tomar ninguna posición, a favor o en contra.

  2. No manifestar un apoyo político marcado por la derecha del Centro Democrático o por la izquierda de la Colombia Humana. Lo que se entiende por apoyo político en esta definición, además, es mucho más estrecho de lo usual, puesto que se reduce, básicamente, a tener o no intención de votar por alguno de los dos.

Así pues, una persona muy interesada en política, que no suscriba al uribismo o al petrismo, sería tan ‘tibio’ como alguien que intenta evitar estos temas. Para una creciente masa de la población colombiana una sola de estas dos condiciones es suficiente para valer el apodo peyorativo de ‘tibio’.

El término, sin embargo, tiene una contradicción inherente. Para la población ubicada a la derecha del espectro ideológico, los ‘tibios’ son izquierdistas disfrazados, ‘mamertos’ que posan de moderados como una estrategia para poder afianzar su control sobre el Estado. Para la población ubicada a la izquierda, no obstante, los ‘tibios’ son todo lo contrario, derechistas disfrazados, lobos con piel de oveja que aman sus privilegios y, muy en el fondo, a Álvaro Uribe.

Entender por completo el creciente rechazo a las posiciones políticas moderadas en un sistema multipartidista polarizado es un asunto complejo, difícil de abarcar por completo. Sin embargo, en Colombia podemos, al menos, remitirnos a un episodio reciente para explicarlo: las elecciones presidenciales de 2018.


Los ‘tibios’ como amenaza política a la derecha


En primer lugar analicemos, pues, el repudio de la derecha. En la campaña presidencial de 2018 se consolidaron tres polos que atraían bastante voto de opinión en Colombia: hacia la izquierda Petro, hacia la derecha Iván Duque, y hacia el centro Fajardo. Lo que más importa aquí es la leve inclinación de Fajardo hacia la izquierda, puesto que, para los sectores más radicales de la derecha, un poquito de izquierda es lo mismo que ser un montón de izquierda.

Así pues, cuando Fajardo surgió con fuerza durante la campaña presidencial del 2018, la derecha acérrima no pudo codificar el fenómeno de una centro-izquierda fuerte con algo diferente a los imaginarios habituales (comunismo, revolución, guerrillas, etc.). Esa es la primera causa de su repudio, pero no es la única.

La segunda razón es menos irracional y más calculada. Cuando Fajardo surge como candidato presidencial, empieza a quitarle muchos votos a la derecha extrema, puesto que muchos derechistas moderados encuentran en el candidato de Compromiso Ciudadano una alternativa más cercana a sus gustos políticos. Es mucho más fácil pasar de votar por el uribismo a votar por Fajardo, que pasar del uribismo al petrismo (esto último es, a mi parecer, imposible).

La derecha más extrema sabe que Fajardo estuvo a punto de ganar la presidencia y que, de haber pasado a segunda vuelta, Iván Duque no sería hoy el presidente de Colombia, esto por un simplísimo cálculo matemático que se puede ilustrar mejor en un gráfico del espectro político en Colombia en 2018.


Espectro político de Colombia en las elecciones presidenciales de 2018, elaborado con base a los resultados de cada candidato durante las mismas. Se observa que a la izquierda del centro ideológico hay un menor porcentaje de personas.

Figura 1. Espectro político de Colombia en las elecciones presidenciales de 2018, elaborado con base a los resultados de cada candidato durante las mismas. Se observa que a la izquierda del centro ideológico hay un menor porcentaje de personas.


En la figura 1 se puede apreciar mejor el caso que se intenta ilustrar. Aunque un gráfico bidimensional sea una ilustración muy simplista de las preferencias políticas de las personas, en este caso es suficiente. Si imaginamos que cada percentil (cada rayita de la recta) representa a un grupo de votantes, es de esperar que estos votantes escojan como su candidato al que se encuentra a menor distancia de donde se ubican ellos mismos en el espectro ideológico político. Si Fajardo hubiese llegado a segunda vuelta, no solo habría contado con todos los votos de la izquierda, sino que es posible especular que le hubiera quitado algunos votos a Vargas Lleras cuando este desapareciera de la contienda.

En resumen, el uribismo o la derecha extrema repudian al centro porque: está echado un poco hacia la izquierda y porque, a diferencia de lo que sucede con Petro, saben que una segunda vuelta contra el centro es muy difícil de ganar.


La traición de los ‘tibios’ el origen del repudio de la izquierda


Con esto fuera del camino, es necesario analizar algo un poco más complejo, el odio de la izquierda hacia los ‘tibios’ ¿Por qué la izquierda repudia al centro? La primera razón es muy emocional. Cuando Fajardo perdió en primera vuelta, en 2018, no se adhirió a la campaña de Petro en la segunda vuelta, esto fue interpretado por una gran parte de la izquierda como una traición. Además, el evento es frecuentemente observado como la principal causa de la derrota de Petro y la razón por la cual el uribismo volvió al poder.

La carga emocional de este episodio, y la muy natural tendencia humana a querer asignar causas simples a asuntos complejos, lo hacen difícil de refutar, aun así, hay que señalar que es muy poco probable que Fajardo hubiera podido cambiar el destino de las elecciones en 2018, esto debido a la composición de su electorado. Cuando Fajardo desapareció de la arena electoral, todos sus votantes se dividieron según el extremo ideológico que estaba más cercano a sus gustos, unos hacia Duque y otros hacia Petro. Aunque la mayor parte de los votantes de Fajardo se fueron a la izquierda (como demostraré más adelante), la derecha ganó sencillamente porque tenían más votantes de base. Duque no necesitaba sino un mínimo porcentaje de los votos de Fajardo para ganar.

Fajardo no hubiera podido convencer a sus votantes de centro derecha de que votaran por la izquierda, y los votantes de centro izquierda iban a votar por la izquierda de todas formas, lo dijera Fajardo o no.


La decisión de Fajardo y la ‘tibieza’ demasiado neutral


Quien escribe este texto no es ningún genio, estoy seguro de que Fajardo y su campaña electoral también pudieron llegar a esta conclusión por su cuenta. Apoyar a Petro en segunda vuelta era arriesgarse a dejar de andar en el nebuloso terreno de la ‘centralidad’ y definirse aún más hacia la izquierda. Al final Fajardo y sus aliados tomaron una decisión: guardar su capital político para el 2022.

Fajardo sabe perfectamente que la única forma de derrotar al uribismo en Colombia es encontrando ese delgado punto de equilibrio en el que no te pareces a Uribe, y solo te pareces un poquito a Petro y, con base a eso, tomó una decisión que, a día de hoy, no parece estarle funcionando. La razón es muy clara, no puedes mantenerte completamente neutral durante cuatro años, pasan demasiadas cosas y no tomar partido nunca hacia ningún lado, así sea por intentar ganar al uribismo, es una pésima estrategia.

Fajardo y sus asesores políticos no han logrado entender que ser de centro no es lo mismo que ser neutral. Como aquellas personas que simplifican el concepto de centro, metiendo en la misma canasta a los que no votarían por Petro o Uribe con los apolíticos, Fajardo y sus aliados han simplificado demasiado su rol en la política nacional. Sin embargo, en su defensa hay que decir que no es fácil hacer malabares para intentar conservar a los votantes de centro-derecha que le arrebató al uribismo en 2018 y, al mismo tiempo, mantener contenta a su base de centro-izquierda.


El cálculo de Petro y su consolidación electoral


La supuesta traición es la primera razón por la que la izquierda odia a los ‘tibios’, la segunda razón, no obstante, es menos emocional y, de hecho, es básicamente la misma que la de la derecha. Así como el centro le quita votos a la derecha, también se los quita a la izquierda. De hecho, el centro le quita más votos a la izquierda que a la derecha porque, como ya he dicho antes, esta fuerza política se configuró con una ligera tendencia izquierdista.

La realidad de este punto es tan fuerte que ya la hemos vista reflejada en otros episodios. Por ejemplo, la fuerte oposición que Gustavo Petro le ha montado a la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, no va motivada por razones ideológicas, Petro sabe que Claudia no defiende una postura política irreconciliable con la suya. Lo que sí sabe, sin embargo, es que el mismo hecho de que tienen posturas políticas cercanas la convierte a ella en su competencia directa, mucho más directa que el uribismo. Por más paradójico que parezca, la principal amenaza política para el petrismo –mientras Colombia siga siendo una democracia- es la centro-izquierda, no la derecha.

Bajo cualquier escenario, a Petro le conviene que el centro sea débil. La única esperanza que este tiene de llegar a la presidencia es quitarle todos sus votos al centro y que se produzca un reajuste ideológico nacional que incline las preferencias del país más hacia la izquierda. Y, en caso de que sea completamente imposible que Petro sea presidente, también le conviene quitarle votantes al centro, porque cada uno de esos votos representa un poder que, por pura racionalidad, no está dispuesto a compartir.

Por estas razones la izquierda odia a los ‘tibios’: la traición de 2018 y el deseo de Petro de consolidar su propia posición política en la arena electoral. Ahora bien, la última razón es insalvable, puesto que Petro se beneficia activamente de repudiar al centro, es muy difícil para él cambiar de estrategia, porque al hacerlo terminaría peor, simplemente no tiene incentivos, esto mismo aplica a cualquier votante de izquierda que, de alguna forma, se beneficie de que la izquierda tenga más votos (quizá miembros de movimientos o partidos, senadores, alcaldes, gobernadores, etc).

Sin embargo, quienes odian al centro por la supuesta traición y el uribismo encubierto de los ‘tibios’, fundamentan sus creencias políticas en desinformación, por lo que al repudiar al centro actúan, en realidad, de forma irracional, en cuanto va en contra de su principal objetivo (presuntamente derrotar al uribismo).


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