¿Qué es ser una 'persona racional'?
- Rafael Pabón
- 31 jul 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 17 may 2021
La idea del individuo maximizador es, probablemente, el supuesto más importante de la economía y de la ciencia política moderna, una especie de piedra angular sin la que todo lo demás se vendría abajo. En términos generales, supone que todos los individuos son racionales cuando toman decisiones y actúan con el propósito de alcanzar la mayor utilidad personal. Cualquier individuo que actúe en sentido contrario a este principio -que de forma voluntaria tome decisiones que no lo conduzcan a alcanzar sus objetivos de la forma más eficiente posible- es lo que llamaríamos un individuo irracional. Decimos que es un supuesto porque no requiere comprobación empírica, en el marco teórico de la economía y la ciencia política se da por sentado que este es una especie de principio fundamental del comportamiento humano, derivado de la forma en la que se observa que los individuos se comportan en los mercados.
Un principio fundamental de la naturaleza ligado a una ciencia social es algo cuando menos extraordinario. Supone poner la idea del individuo maximizador, también llamada teoría de la elección racional, al nivel de otros principios fundamentales como la ley de la gravedad o la de la conservación de la energía. Quizá por esta misma razón la teoría de la elección racional todavía despierta cierto rechazo entre otras ramas de las ciencias sociales.
Tendemos a pensar sobre nosotros mismos, y las personas en general, como seres únicos, con historias, objetivos y personalidades propias, por esto es difícil aceptar que exista una ley básica que rija el comportamiento de todos los seres humanos sin importar el lugar en el que hayan nacido, su condición económica o cualquier otro aspecto de su vida. No obstante, la idea de que todas las personas buscan maximizar su utilidad personal en cada situación de la vida no es tan alocada si nos detenemos a pensar por un momento en ella. Nadie, en el pleno uso de sus facultades mentales, actúa de forma que lo alejen de lo que desea realmente.
Esto no quiere decir que todas las personas sean iguales, la teoría de la elección racional busca predecir la forma en la que actuarían grupos de personas dadas ciertas preferencias, sin embargo, no busca explicar cómo se crean estas preferencias. Esto no quiere decir que sea una teoría inútil, por el contrario, una vez dejas de preocuparte en 'por qué' a las personas les gusta lo que les gusta, es posible enfocarse en qué harán dado que les gusta lo que les gusta. Esta relación también funciona en sentido inverso, muchas veces es posible, observando la forma en que actúan las personas o los grupos de personas en la realidad, deducir cuáles son sus preferencias.
Lo cierto es que ser un individuo racional que busca maximizar siempre sus propias ganancias, parece una forma elegante de llamar a las personas egoístas. Quizá por esto un primer argumento en contra de esta teoría sería la filantropía, ¿qué pasa con las personas que son generosas y buscan maximizar el bienestar de los demás? Pasa que estas personas también actúan de forma racional, maximizan su propio bienestar, en este caso su bienestar mental ayudando a otros seres humanos (o maximizan el reconocimiento que reciben de los demás por sus buenas acciones).
Otra cosa que podrías estar pensando es en el montón de decisiones que tomamos a diario todos las personas y que, a la larga, terminan siendo perjudiciales, ¿cómo podemos todos ser seres maximizadores de utilidad si nos equivocamos tanto?. El asunto es que ser racional no implica ser omnisciente, al momento de tomar decisiones, y actuar de acuerdo a ellas, no lo hacemos con toda la información del mundo, ni conocemos a ciencia cierta todas las posibles consecuencias. Hacemos lo mejor que podemos con lo poco que creemos saber.
De todas formas es cierto que, en algunas ocasiones, actuamos de formas poco óptimas, incluso sabiendo de antemano que una acción resultará perjudicial en el largo plazo, por ejemplo al decidir comer un tarro de helado completo, aunque luego pueda afectar nuestra imagen y salud. Pero, incluso en estos momentos, no diríamos que una persona ha actuado de forma irracional, solo que ha puesto mayor valor en la utilidad a corto plazo sobre su utilidad a largo plazo.
Es necesario hacer mucho énfasis en esto, un individuo racional -al menos en economía y ciencia política- no es aquel que toma las 'mejores' decisiones, solo es aquel que maximiza su utilidad personal. Esto implica que la individualidad vuelve a entrar en escena, las personas sí pueden tomar decisiones diferentes porque cada quien tiene su propio orden de preferencias.
Es importante recalcar que existen dos propiedades que las relaciones entre las preferencias de los individuos deben cumplir para poder ser consideradas racionales, estas son la comparabilidad y la transitividad. Comparabilidad implica lo que su mismo nombre indica, que, ante varias alternativas, estas puedan ser comparadas. Puedes preferir el partido político de la izquierda sobre el de la derecha, al revés, o ser indiferente, sin embargo, no puedes comparar al partido de la izquierda con el color del coche que quisieras comprar.
En segundo lugar, la transitividad supone que las preferencias de los individuos en relación con varias alternativas deberían poder ser ordenadas de forma lógica. Como siempre, esto es más fácil de entender con un ejemplo:
Si Juan prefiere al partido de la izquierda sobre el partido del centro, y a la vez prefiere el partido del centro sobre el partido de la derecha, entonces a fuerzas Juan debería preferir al partido de la izquierda sobre el partido de la derecha. Aunque, si te fijas, en la afirmación anterior no escribimos explícitamente la relación entre la izquierda y la derecha, sin embargo, siendo Juan un individuo racional, podemos deducirla a partir de la relación entre el partido del centro y el de la derecha.
Todas estas relaciones tienen su propia notación formal en modelos que, a medida que intentan representar relaciones sociales más complejas, pueden llegar a ser increíblemente difíciles de interpretar, sin embargo, afortunadamente, no necesitamos llegar allí ahora.
Puede que para este momento ya estés bastante convencido de la teoría de la elección raciona. No obstante, como con todas las cosas, es importante no creer que esta teoría es infalible, aunque sea muy sencillo modelar las relaciones entre las preferencias de un individuo y así predecir las decisiones que debería tomar siendo racional, el asunto se vuelve exponencialmente más complicado cuando agregas en la ecuación a otros individuos o, peor aún, grupos enteros de personas. Como te imaginarás, este último caso es el que más interesa a las ciencias sociales.
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